viernes, marzo 17, 2006

Coincidencias

Estaba ayer sentada en el tren, inmersa en las primeras páginas de la última novela de Javier Reverte, cuando de repente alguien entró en el tren, se sento varios asientos frente a mí y se dispuso también a leer su novela.
Al pasar una página levanté la vista y me llamó la atención el color de la contraportada de la novela de ese chico que leía frente a mí. Me pareció que era como la mía, así que miré mejor la contraportada de mi libro y corroboré que el color era el mismo. Picada por la curiosidad comencé a observarle para intentar ver la portada. Él estaba realmente inmerso en la novela, así que tuve que esperar unos segundos hasta que recolocó sus piernas, levanto levemente el libro y pude ver que efectivamente en su portada había un perfil de un saharahui, como en la mía, e incluso acerté a leer el título: "El médico de Ifni".
Vaya, que casualidad ¿no? Le observé. Llevaba una camisa de cuadros, unos vaqueros y portaba una maleta, un trolley pequeño con ruedas. Leía con avidez, se mordía las uñas de cuando en cuando y no apartaba la vista de las hojas recicladas y grandes de la estupenda edición de la novela. Iba notablemente más avanzado que yo en la lectura, y me alegró ver que en apariencia le gustaba la novela, y que parecía atravesar unas páginas interesantes.
A mí también me está gustando la novela, y me hubiera gustado compartirlo con él, pero, por más que intenté que viera la portada de mi novela y reconociera en ella la suya, él no levantó la vista de su libro en todo el trayecto. Así que llegó mi parada, me levanté sin guardar el libro en el bolso, y me lancé a la última oportunidad para que me viera, pasando cerca de él y llevando la novela sujeta del brazo y pegada a mi cuerpo. Nada, ni cuenta. Así que me bajé, todavía contenta por estas casualidades con las que te encuentras en la vida y que no sabes del todo bien qué significan.

lunes, marzo 13, 2006

Un té a la menta (o a la yerbabuena, usted disculpe)

Lunes, sueño, pereza y toda una semana por delante. Haciendo un balance del fin de semana, lo mejor ha sido un té a la menta que tomamos ayer reunidos en torno a una mesita y sentados en sillones bajos. En realidad, y como especificó el propietario del lugar, no se llama té a la menta, es a la yerbabuena, pero los países francófonos dicen "a la mènthe", cuando en realidad está elaborado con yerbabuena. En fin, gracias por la información.
Ha sido lo mejor, porque para mí los fines de semana son agotadores (para el que no lo sepa algún día contaré el porqué). Así que ayer por la tarde, entramos en esa tetería, que tenía un ambiente muy animado. La música sonaba fuerte y rítmica e invitaba al baile, baile que mi hermana y yo apenas podíamos aguantar sentaditas en los sillones bajos. Las paredes eran toda una colección de cuadros con motivos marroquís y del desierto, muchos de ellos de dudosa cualidad estética, per al fin y al cabo muy graciosos. Sobre una alfombra, y después de las aclaraciones pertinentes sobre la menta y la yerbabuena, nos sirvieron un té dulce, suave y delicioso, que compartimos los cuatro y que disfrutamos en buena compañía. Recordando el sabor del té de Senegal que compartimos con nuestros recién hechos amigos y que, tanto mi hermana como yo, deseamos con impaciencia volver a visitar.

viernes, marzo 10, 2006

Cabinas


Ayer pasaba yo por una cabina telefónica, uno de esos sitios donde se puede llamar por teléfono mediante el uso de monedas.
En fin, que desde que el teléfono móvil ha invadido nuestras vidas y ha cambiado nuestras costumbres, la cabina es para la mayoría algo carente de utilidad. Pero ayer yendo hacia el tren como cada día vi la misma cabina, en el mismo cruce de calles, que, como siempre, estaba repleta de gente. Los tres teléfonos estaban ocupados, y había gente esperando. Como cada día, según me acerco puedo escuchar una parte de esas conversaciones privadas. Conversaciones que son en su mayoría en idioma extranjero. No soy experta en lengua romance, pero con una comunidad rumana tan nutrida en Castellón, el idioma rumano me es ya bastante familiar. Así que voy escuchando a esos interlocutores, la mayoría de ellos rumanos, pero entre los que también hay chinos, y colombianos. No es mi intención entender lo que dicen, cosa que me sería imposible aunque quisiera para el caso del rumano y el chino, pero les veo y me viene a la mente la imagen que tenemos de la inmigración en España. Se suele ver a la gente venida de fuera de muchas maneras, pero sobre todo como alguien que no es como nosotros, que no tiene nada que ver con nuestras vidas organizadas y establecidas, más o menos afortunadas, pero siempre nuestras.
Y creo que es un error grave. En los últimos años España no se ha visto ante la necesidad de exportar a sus habitantes en busca de supervivencia en otro país. Los que viajamos fuera es casi siempre para aprender un idioma, para hacer turismo o para desarrollar a mayor nivel nuestra carrera profesional. Pero piensen que no tuvieran para comer, que sus hijos pasan hambre y no pueden ir al colegio, que el frío o el calor extremo les supera cada día y que por mucho que quieran no hay ningún trabajo para salir de la situación. ¿Qué harían? Pues me imagino que saldrían fuera a buscar un lugar con mejores condiciones de vida, para sacar a esa familia adelante.
Así que creo que nadie debe mirar a ningún extranjero con superioridad, ni mucho menos con desprecio, porque nosotros hubiéramos hecho lo mismo. También pienso que en esa cabina no he visto a ningún subsahariano, es que no creo que tengan teléfono en casa, allí abajo en África o que quizás sus condiciones de vida aquí tampoco sean dignas como para derrochar llamando a nadie por teléfono.
En fin, que espero que poco a poco vayamos apreciando lo que tenemos y no despreciemos por sistema aquello que no estaba en nuestros patrones de vida perfectamente establecidos.

miércoles, marzo 08, 2006

Perder el tiempo

Ayer hablaba de trabajo, mejor aún, de mujeres trabajadoras. Hoy quiero dirigirme a todos aquellos que pierden el tiempo, precisamente en el trabajo.
No me estoy refiriendo a esa pérdida de tiempo voluntaria comúnmente llamada holgazanería, perrería o vaguedad, hablo de aquellos momentos, minutos, horas o días en los que uno tiene que esperar a que el proceso productivo de su empresa arranque y tenga que entrar en acción. Cuando ya has terminado lo que deberías hacer e incluso algo más, pero no puedes irte a casa sin más.
A mí por lo menos, me pasa esto. Acabo de hacer mi trabajo y parece que quede mal que me vaya a casa. Soy una persona rápida trabajando, y suelo acabar antes que mis compañeros, pero, ya se sabe, me toca quedarme haciendo como si trabajo.
Así que os invito a que os solidaricéis conmigo todos aquellos que en algún momento os veias obligados a perder el tiempo y me lo contéis. Tiempo que por otra parte es demasiado valioso para perderlo, ¿¿no creeis??

Mujeres

Hoy es el día de la mujer trabajadora, y yo me pregunto ¿no deberíamos tener fiesta hoy todas aquellas mujeres que trabajamos?
Supongo que la mayoría pensará que no, que no hay porqué tener fiesta. Pero es que hoy hace un día tan bonito en Castellón que estar en la oficina parece pecado.
Pero sea como sea, hoy es un día extraño y un tanto paradógico. Por un lado los compañeros te felicitan por ser una mujer trabajadora no sin cierto retintín y una sonrisa por debajo del bigote, ¿qué pasa?
En fin, la paradoja llega, en mi opinión, cuando todas las instituciones públicas celebran el día con lecturas de manifiestos, regalos para las mujeres, y reivindicaciones que van desde el derecho al acceso al trabajo a la eliminación de la pobreza en los países más pobres, donde las más oprimidas son las mujeres. Me parece una paradoja, porque todas esas cosas que defienden son sobradamente sabidas necesarias, pero me pregunto yo si estas instituciones mañana se acordarán de sus manifiestos a la hora de elegir a un directivo o establecer el sueldo de una nueva empleada.
Yo animo a las mujeres a colgar esos manifiestos de buenas intenciones en los despachos, fábricas, supermercados o dondequiera que trabajen para que por lo menos hagan sentir vergüenza al directivo de turno cuando fomente la discriminación femenina.
Un beso a todas y espero que paséis un buen día. A mi me quedan muuuuchas horas de trabajo (mal remunerado).

lunes, marzo 06, 2006

El primero

Mi primer comentario, por fin estreno mi blog.