lunes, junio 25, 2007

¡ Qué calor !


Madre mía...

Insoportable, tremendo, insufrible ponientazo que hace hoy.

He ido esta mañana a Valencia, ciudad a la que ya casi ni me acordaba como se llegaba, y creo que no he podido elegir peor día.

Aparte de que hoy emezaban las rebajas y había un tráfico horrible en la calle Colón, ha habido un accidente en la autovía, con lo cual he tardado una hora y cuarto en llegar.

He aparcado en el tortuoso parking de Colón, y me he dispuesto a encontrar el consulado de Costa de Marfil.

Después de preguntar, caminar, deshacer lo caminado, volver al mismo sitio, recorrer de arriba a abajo el pasaje Ruzafa y buscar puertas secretas, he sido guiada telefónicamente por una amiga y he entrado en un edificio de oficinas en el que en ningún sitio se podía leer Costa de Marfil, ni consulado, ni visa ni nada relacionado con los viajes o las relaciones internacionales.

La recepcionista de esa especie de grupo de empresas que nada tienen que ver entre sí ha resultado ser la que se encargaba de hacer los visados. Cosas que tiene la vida.


Cuando vuelvo a por mi coche, me clavan 4,72 euros por dos horas y pico (con tarificación por segundos) y entro de nuevo en la marea de humo de vehículos danzando torpemente por el asfalto casi derretido para intentar salir de la ciudad lo antes posible.


Llego a casa, Silke y Fosca me estaban esperando como agua de mayo. Abro la puerta y salen despedidas cual encierro de San Fermín. Las saco a la calle. Se quieren volver a casa en cuanto ven el panorama abrasador. Las obligo a hacer sus necesidades fisiológicas. Entienden rápido que o lo hacen o se achicharran, y lo hacen.

Subimos, y se tiran al suelo como dos muertas intentando coger el fresquito del porcelánico en la mayor superficie de cuerpo posible.

Yo cierro todo para que el aire ardiendo no entre dentro de casa, y ahora por fin estoy fresquita frente al ordenador.

No hay trabajo, no me quejo vale, pero me aburro.

Besos

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