
Cuando no hay otra opción, viajar en casa es el mejor método para matar el gusanillo de coger la maleta y salir despedida hacia alguna parte.
Y es que, aunque me encante estar en casa, no sé qué es lo que me ha hecho ser de esta forma, y no sé qué me pasa que siempre tengo la mente puesta en el próximo destino.
Que me perdonen muchos de los que leerán esto: no puedo remediarlo, ni evitarlo.
Y como tampoco puedo evitarlo espero que todos, en especial mi madre y Rubén sigan comprendiéndome y queriéndome igual. A mi cada viaje me hace apreciaros más.
Me voy a hervir mis tarros de mermelada de mora, qué delicia...
