
En la conferencia impartida ayer en Castellón, Chema Caballero no dejó títere con cabeza. Desde Bush a Zapatero repartió equitativamente las responsabilidades de la situación actual de la mayoría de países africanos. Y es que, si bien Chema es conocido por su gran labor de rehabilitación de niños y niñas soldado en Sierra Leona, es menos conocida su firme actitud crítica y esclarecedora al mismo tiempo con respecto al mundo occidental. Y es que el padre javeriano comprende el lado más oscuro de la problemática entre los países ricos y los países pobres. Aunque nosotros, los que nos suponemos ricos, lo somos gracias a la explotación de otros países que se muestran indefensos ante las presiones occidentales y la incompetencia de sus líderes corruptos, países que en realidad albergan todas las riquezas "reales" de este mundo. Y entiéndase por riquezas el petróleo, los diamantes, el oro, el uranio, el cobalto y el coltán, entre otros. Chema acusó a todos y cada uno de los gobiernos democráticos españoles de vender armas a países africanos en guerra. Armas que cada vez son más ligeras y que, por lo tanto, cada vez pueden ser utilizadas por niños más pequeños. El gobierno cada año debe dar cuenta de esta venta de armas al Parlamento, pero ¿es que los representantes políticos que elegimos están ciegos?, ¿o es que ven sólo lo que les conviene?. Ni que decir tiene que el misionero también habló de las Naciones Unidas y de su abandono de Sierra Leona con la firma de la paz en 2002. Una paz ficticia e irreal, que deja al país sumido en la miseria, el hambre y la carencia total de infraestructuras de cualquier tipo, y con un caldo de cultivo de violencia que podría hacer estallar la guerra de nuevo en cualquier momento. Y los entresijos farmacológicos son todavía más estremecedores: ya hay una vacuna para la gripe aviaria y eso que ni siquiera ha mutado en humanos (patentada por una farmacéutica de George Bush), pero cada día mueren niños de paludismo y no resulta interesante para ningún laboratorio del mundo crear una vacuna. La pena, como dice Chema, es que hoy está absolutamente todo movido por el dinero, pero cuando llega la hora de verdad y haces recuento de lo que has hecho en tu vida, el dinero no contará nada entonces, y ya será demasiado tarde para resarcirse.
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